En sus habitaciones de colores pastel, estas jóvenes languidecen. No buscan al príncipe azul, al contrario. Pervertidas por fantasías indecentes, solo sueñan con ser folladas en sus camas de princesa forradas con cojines por un tipo con una gran polla cuyo nombre de pila ni siquiera conocen. Y como en los cuentos de hadas, los sueños a veces se hacen realidad.
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